domingo, 15 de marzo de 2015

Curiosa adaptación: pirofilia.

Como ya sabemos, cada planta ha desarrollado un método diferente para dominar frente a las otras, o simplemente, para lograr hacerse un hueco en el ecosistema.
Estas adaptaciones deben permitirle a la planta alguna ventaja frente a las otras, que le permita,  por ejemplo, un mayor éxito reproductivo.  

Otra adaptación es la resistencia al fuego, llamada pirofilia, y es de ésta de la que os voy a hablar en esta entrada.

La pirofilia la podemos definir como la resistencia innata de algunas especies vegetales ante un incendio forestal.

Los incendios no siempre son provocados por el hombre, hay lugares, como el bosque mediterráneo,donde se producen regularmente incendios originados por tormentas secas con aparato eléctrico hacia finales del verano. Debido a lo seco del clima mediterráneo, el fuego se abre paso con facilidad entre una vegetación seca y que arde con mucha facilidad. Ciertas plantas se han visto obligadas a soportar estos incendios e, incluso, en algunas zonas de Australia donde también son comunes los incendios, han creado una dependencia reproductiva total del fuego, dejando de ser una simple defensa.

Dicho ésto, abramos paso a explicar los diferentes métodos utilizados por algunas plantas para resistir semejante catástrofe.

En los bosque mediterráneos son comunes los alcornoques, sobre todo en bajas latitudes. Son unos árboles robustos, de crecimiento lento y de porte grande. Pertenecen a la familia de los Quercus. Presenta diversas adaptaciones a su hábitat, como hojas espinosas para protegerse de los depredadores, gruesas, pequeñas y cubiertas de una película cerosa para evitar una exesiva desidratación por ósmosis durante el verano. Pero la más curiosa de sus mejoras genéticas es la presencia de una corteza "esponjosa" e ignífuga, que se regenera con facilidad y que le protege de los incendios, los cuales solo pueden quemar las ramas más débiles (dependiendo de la intensidad del mismo) y las hojas, permitiendo que posteriormente broten nuevas ramas de los troncos que quedan.

                                                                         Alcornoque.

Otras plantas mediterráneas, como algunas bulbosas o tuberculosas pueden "renacer" tras el incendio. éstas plantas no solo se han adaptado para el fuego, también tienen el ciclo de la mayoría de las bulbosas al revés. Si en climas más fríos éstas plantas brotan en primavera para retirarse en otoño y pasar el invierno sin hoja ni raíces, las mediterráneas se aletargan en verano para sobrevivir a las tórridas temperaturas y brotan con la llegada de las temperaturas más suaves y las lluvias.

Hay plantas que simplemente tienen una gran capacidad de regeneración, como son las zarzas o los palmitos, sin llegar a considerarse pirófitas.


Al otro lado del mundo, en el continente australiano, nos encontramos con una gran cantidad de plantas que no solo resisten asombrosamente bien los fuegos, sino que dependen de ellos de una forma u otra.

Un árbol sorprendente en este sentido es el eucalipto, autóctono y oriundo de Australia, lleva tras de sí una larga lista de mala fama y odio. Ésto se debe a la capacidad que tiene para eliminar la competencia con sustacias tales como el eucaliptol. Crece muy rápido y en poco tiempo sustituye al bosque autóctono si se introduce en él, ya sea por medio humanos o por su alta capacidad de invasión y dispersión.

En los bosques gallegos, por ejemplo, el eucalipto es casi una plaga, debido a que allí los incendios no son naturales, sino provocados por el hombre, y las plantas que en sus montes habitan no suelen estar muy preparadas para el fuego, sin embargo, los eucaliptos allí introducidos sí lo están, y no solo eso, incluso poseen aceites en las hojas muy inflamables que unidos a lento proceso de descomposición crea al caer al suelo junto con las largas tiras de corteza mudadas una capa sobre el suelo altamente inflamable, y pronto desplaza al bosque autóctono.

Algunos eucaliptos, como el Eucalyptus globulus, presentan en los ejemplares muy jóvenes unas yemas latentes y sustancias de reserva en unas estructuras llamadas "lignotubérculos", que en caso de un incendio, al estar bajo tierra, propicia una rápida regeneración de las plantas jóvenes. Los adultos presentan cortezas semi-ignífuga que, alrededor del tronco y en las ramas más gruesas, permiten la protección de numerosas yemas latentes ante un incendio de grado medio, por lo que el árbol brota con facilidad tras éste y recupera en pocos años su copa. 

Además, sus semillas son muy resistentes al fuego y caen al suelo en masa tras un incendio fuerte.


                                            Eucaliptal.                                       


Hay algunos arbustos cuyas semillas no pueden germinar a menos que "sientan el calor del fuego". Es decir, o hay un incendio o las plantas no nacen, ya sea porque las semillas no se preparan o porque las cápsulas o vainas que las contienen no se abren para dejarlas salir.

Otro caso curioso es el conocido como "árbol del niño negro" o "árbol hierba" (por sus hojas), que es una planta no considerada árbol ni hierba, más bien tiene un grupo especialmente para él. Esta planta crece pocos milímetros al año, y necesita del fuego para su reproducción, puesto que si no se quema, no florece.  El tronco se quema por fuera adquiriendo un color carbón y de ahí le viene el nombre.


                      Restos de un eucalipto calcinado.

To read more about that plant, click here. (Está en inglés, por eso pongo el nombre en inglés).

Muchas plantas comienzan su ciclo reproductoria tras un fuego porque así sus descendientes se encuentran poca competencia durante sus primeros años.

En resumen, hay plantas dependientes totalmente del fuego y que incluso lo inducen.


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